EL
SALARIO TRABAJO Y COMPENSACION
El
salario desde sus inicios ha sido entendido como una compensación a
favor del que ejecuta una labor por orden de quien se lo prodiga. El
salario representa para el trabajador la compensación que recibe con
la finalidad de satisfacer sus necesidades materiales, las cuales por
lo regular superan las expectativas y las necesidades que cada uno de
ellos tiene para su vida y para su entorno. Y esta compensación
resulta regularmente insuficiente, (fuera de las situaciones
económicas de cada país), en razón de las aspiraciones del ego o
del estatus. El salario es una contraprestación que recibe el
trabajador a cambio del trabajo realizado para un empleador, la
cuantía se establece en el contrato
de trabajo.
El salario se recibe principalmente en dinero,
si bien puede contar con una parte en especie
evaluable en términos monetarios. Siempre debe existir una
remuneración en dinero, la retribución en especie es necesariamente
adicional. El salario es el precio pagado por el trabajo.
Los salarios son todos aquellos pagos que compensan a los individuos
por el tiempo y el esfuerzo dedicado a la producción de bienes y
servicios. Estos pagos incluyen no sólo los ingresos por hora , día
o semana trabajada de los trabajadores manuales, sino también los
ingresos, semanales, mensuales o anuales de los profesionales y los
gestores de las empresas. A los ingresos regulares pactados en los
convenios colectivos hay que sumarles las primas y las pagas
extraordinarias las primas por riesgo, nocturno, índice de
peligrosidad u horas extraordinarias, así como los honorarios de los
profesionales liberales y la parte de los ingresos percibidos por los
propietarios de negocios como compensación por el tiempo dedicado a
su negocio. En términos universales, el salario es la compensación
que le permite al trabajador satisfacer sus necesidades básicas,
tales como comer, vestirse, contar con un techo para vivir, gozar de
servicios públicos y satisfacer las necesidades de su entorno
familiar. Pero más allá, existen las necesidades de seguridad ante
los riesgos y el futuro imprevisible, las cuales no se ven
satisfechas en la actualidad. Por ello deben plantearse políticas
públicas por parte del Estado, como órgano de control de la
relación empleador-trabajador, que les permita a los trabajadores
ahorrar una parte de su salario y que a su vez les garantice los
beneficios laborales (tales como el seguro social, el seguro de vida,
los gastos médicos, planes de jubilación, y otros). La finalidad es
que el trabajador cuente con elementos que le presten seguridad, ante
la presencia de eventos tales como la cesantía, las enfermedades, y
otros eventos relacionados con el hecho laboral. De la misma forma,
así como el trabajador presenta expectativas sobredimensionadas a
las realidades económicas de la nación, también es cierto que en
el país existe una casta empresarial resabiada a lo largo de hace un
tiempo , que adquirió con sus capitales la habilidad para
involucrarse en el escenario político, y así poder aglutinar poder
político, económico y social, lo que les sirvió de privilegios que
le permitieron estar exentos de controles efectivos que regularán
sus actividades, tales como el pago de impuestos, la limitación de
ganancias para evitar el desequilibrio del mercado, la compensación
salarial y sus beneficios en forma justa y equitativa de los derechos
laborales de los trabajadores, para que contribuyan a la construcción
de una sociedad más responsable y equilibrada.
La realidad venezolana no
es fácil, pero las grandes potencias económicas mundiales no
dependieron de sus recursos naturales para superar las crisis que
atacaron sus bases culturales, sociales, políticas y económicas,
sino que apelaron a sus potencialidades humanas para recuperarse y
construir un país con valor agregado para su nación. Venezuela
tiene que trascender a una economía de apertura con un crecimiento
ordenado bajo la supervisión del Estado para evitar que el mercado
venza en su totalidad las resistencias que se han venido construyendo
en los últimos años por un socialismo asistencialista que parece ya
no resistir la presión de una economía mundial de mercado
capitalista, signada por un consumismo desbocado que solo genera
mayor inflación y que poco a poco va afectando la mayoría de los
estamentos sociales. Sin embargo, a la par de estas medidas es
necesario que el trabajador no sea el gran perdedor y el mayormente
afectado por las decisiones que se tomen por el gobierno nacional, es
necesario que el Estado continúe prestando su asistencia a la
protección social del trabajador y al respeto y mantenimiento de la
escala salarial conforme a los estados inflacionarios que la economía
nacional presente en el transitar diario de su mercado interno. De la
misma forma es imperioso que la visión capitalista del empresario de
paso al compromiso y a la responsabilidad social, procurando un
margen de ganancia justo, que no dispare el círculo vicioso del
aumento salarial, el aumento inflacionario, y un aumento general de
precios que termina consumiendo las posibilidades del primero,
entendiéndose que la posibilidad de alcanzar una sociedad más justa
y la mayor felicidad social tiene que ver con la protección salarial
de los trabajadores.
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